Vacunas y desinformación: el filtro que todo padre debería usar
- JOSE ANGEL BILBAO SUSTACHA
- 15 ago
- 7 Min. de lectura

Silvia es madre de dos niños. El otro día, en un grupo de Telegram, le llegó un “informe” sobre un libro que promete revelar “lo que no te cuentan” de las vacunas. El título suena inquietante, el texto está lleno de palabras científicas y frases categóricas. Y claro, le entran dudas. Me escribe: “¿Esto es cierto? Porque yo vacuno siempre… pero me he quedado intranquila”.
Si a ti también te ha pasado, vamos a hacer dos cosas:
1️⃣ Revisar las afirmaciones más repetidas y qué dice la evidencia.
2️⃣ Aprender un método rápido para leer con ojo crítico cualquier informe similar.
📌 Checklist rápido para auditar un informe antivacunas
No necesitas ser epidemiólogo para detectar señales de alerta. Aplica estas 5 preguntas y fíjate en los ejemplos:
1. ¿Qué tipo de fuente es?
📄 Lo que dicen: “Según este estudio…”.
🤔 Lo que quieren decir: Te voy a dar un dato que parece científico, pero no te diré si es una revisión seria o un artículo de opinión en un blog.
🔍 Lo que dice la evidencia: Un prospecto oficial, una revisión en The Lancet o un informe de la OMS no valen lo mismo que una entrada en un blog personal. Antes de fiarte, busca el origen real y quién lo respalda.
2. ¿Está la cita completa y en contexto?
📄 Lo que dicen: “El prospecto reconoce que la vacuna contiene ADN humano”.
🤔 Lo que quieren decir: Que ese ADN es peligroso y está ahí a propósito.
🔍 Lo que dice la evidencia: El prospecto menciona que puede haber trazas de ADN residual porque se usan células para producir el antígeno. Son cantidades microscópicas, fragmentadas y sin función biológica. La normativa internacional fija límites muy por debajo de lo que podría representar un riesgo.
3. ¿Confunden hipótesis con evidencia?
📄 Lo que dicen: “El aluminio podría causar enfermedades neurológicas”.
🤔 Lo que quieren decir: Que ya está demostrado y por tanto es peligroso vacunarse.
🔍 Lo que dice la evidencia: Algunos estudios en animales o in vitro exploran esa hipótesis, pero los estudios poblacionales en humanos no han encontrado asociación causal a las dosis presentes en vacunas. El aluminio lleva usándose como adyuvante desde hace más de 90 años de forma segura.
4. ¿Usan bases de datos de notificación como si probaran algo?
📄 Lo que dicen: “En VAERS se han registrado miles de muertes por vacunas”.
🤔 Lo que quieren decir: Que la cifra equivale a muertes confirmadas por la vacuna.
🔍 Lo que dice la evidencia: VAERS recoge cualquier evento tras la vacunación, confirmado o no. No prueba causalidad. Los informes se investigan y la gran mayoría no están relacionados directamente con la vacuna.
5. ¿Está actualizada y coincide con el conjunto de la evidencia?
📄 Lo que dicen: “Un estudio demuestra que la vacuna X es peligrosa”.
🤔 Lo que quieren decir: Que ese único estudio anula todo lo anterior.
🔍 Lo que dice la evidencia: La ciencia se basa en el conjunto de estudios, no en uno aislado. Un hallazgo puntual debe confirmarse en múltiples investigaciones revisadas por pares antes de cambiar las recomendaciones.
🔍 Desmontando punto por punto
1. “Las vacunas de ARNm no son vacunas "Falso. La OMS y la EMA definen como vacuna cualquier producto biológico que induce inmunidad específica frente a una enfermedad. Las de ARNm cumplen esa definición: entrenan al sistema inmune fabricando temporalmente una proteína del virus. Las vacunas de ARNm no utilizan ninguna parte del virus. En su lugar, contienen una molécula llamada ARN mensajero (ARNm), que es una especie de "instrucción" o "receta" genética. Esta receta le dice a las células de nuestro cuerpo cómo producir una proteína específica del virus (en el caso de la COVID-19, la proteína de la espiga). Cuando el sistema inmunitario detecta esta proteína, aprende a reconocerla y a crear anticuerpos para combatirla. Si la persona se expone al virus real en el futuro, su cuerpo ya sabrá cómo defenderse.
Mismo objetivo, diferente método
La diferencia fundamental está en la metodología, no en el objetivo final. Al igual que las vacunas tradicionales, las de ARNm provocan una respuesta inmunitaria sin causar la enfermedad, brindando protección contra infecciones futuras. Por esta razón, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras agencias sanitarias y científicas de todo el mundo las clasifican como vacunas.
2. “Tienen ADN residual que puede alterar tu genoma”.Sí hay trazas de ADN residual en algunas vacunas, pero en cantidades microscópicas (menos de 10 nanogramos por dosis). Las vacunas, como la de la COVID-19 (basada en ARNm o vector viral), no contienen ADN residual que pueda integrarse en tu genoma. En algunas vacunas, se pueden usar fragmentos de ADN en el proceso de fabricación, pero estos son fragmentos pequeños y no funcionales que son eliminados casi por completo. La cantidad que pudiera quedar es ínfima y no tiene la capacidad de alterar el ADN humano. El ADN humano se encuentra dentro del núcleo de las células, protegido por una membrana nuclear. Las vacunas de ARNm actúan en el citoplasma de la célula (fuera del núcleo), donde enseñan al cuerpo a reconocer una parte del virus
3. “Usan células de fetos abortados”.Se usan líneas celulares derivadas de dos abortos legales en los años 60, cultivadas en laboratorio desde entonces. Las líneas celulares fetales a las que se refieren estas afirmaciones se originaron a partir de tejido de abortos legales que ocurrieron hace décadas (en la década de 1960 y 1970). Esas células originales se cultivaron en el laboratorio y han sido multiplicadas miles de millones de veces desde entonces. El producto final no contiene células humanas.
4. “Contienen grafeno”. Múltiples estudios y análisis de los componentes de las vacunas (incluidas las de la COVID-19) han confirmado que no contienen grafeno. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), entre otras organizaciones, han verificado los ingredientes de las vacunas y no han encontrado rastro de este material. No aparece en la composición de ninguna vacuna autorizada. No lo han detectado los análisis oficiales. La idea de que las vacunas contienen grafeno surgió de la desinformación masiva, especialmente en redes sociales, durante la pandemia de COVID-19. Estos bulos a menudo vinculaban el grafeno con supuestos efectos magnéticos, la capacidad de transmitir señales de radiofrecuencia (como Bluetooth) o la posibilidad de que se usara para controlar a las personas. Sin embargo, estas afirmaciones son completamente falsas:
El grafeno por sí solo no tiene propiedades magnéticas.
No es posible insertar dispositivos detectables por Bluetooth a través de una vacuna.
5. “El aluminio de las vacunas es tóxico”.Es un adyuvante que potencia la respuesta inmune. La dosis en vacunas es mucho menor que la que ingerimos en la dieta. Décadas de estudios avalan su seguridad.
6. “Las bases de datos demuestran que las vacunas matan”.Las notificaciones no significan causalidad. Son un punto de partida para investigar, no una sentencia.

Vacunas: por qué no todos dicen lo mismo (y en quién confiar)
1. Por qué hay profesionales y periodistas antivacunas
Sesgos personales y experiencias negativas. Un efecto adverso —real o percibido— en un paciente cercano puede marcar de forma emocional la postura de un profesional, incluso por encima de la evidencia.
Desconfianza institucional. La sospecha de que gobiernos, farmacéuticas o agencias ocultan información lleva a algunos a interpretar cualquier dato como prueba de manipulación.
Falta de actualización científica. La medicina avanza rápido. Un profesional que no se forma de forma continua puede quedarse con información desfasada o incompleta.
Intereses ideológicos o económicos. Algunos periodistas o influencers obtienen notoriedad, seguidores o incluso ingresos publicando contenido alarmista, porque el miedo capta más atención que la calma.
Mala interpretación de datos. Las bases de datos como VAERS se usan fuera de contexto, confundiendo notificaciones con causalidad.
2. Por qué hay profesionales y periodistas provacunas convencidos:
Base científica sólida. Las recomendaciones provacunas se apoyan en décadas de investigación, ensayos clínicos y seguimiento poblacional de millones de personas.
Balance beneficio–riesgo. El riesgo de una reacción grave es mucho menor que el de la enfermedad que previene.
Transparencia en los datos. Organismos como la OMS, EMA, AEMPS o CDC publican informes periódicos de seguridad accesibles para cualquier ciudadano.
Experiencia clínica directa. Los profesionales ven, año tras año, cómo las vacunas previenen hospitalizaciones y muertes.
3. ¿A quién creer? — El filtro práctico
Usa estos tres criterios:
Revisa las fuentes: ¿citan organismos oficiales y estudios revisados por pares o solo opiniones y testimonios?
Valora el consenso: ¿lo que dicen coincide con la postura de la mayoría de las sociedades científicas del mundo o es una voz aislada?
Busca transparencia: ¿explican los límites de la evidencia y reconocen lo que no se sabe aún? Los buenos comunicadores científicos no prometen certezas absolutas.
4. La clave desde la pediatría
La medicina no es cuestión de “creer a ciegas” en alguien, sino de entender el peso de la evidencia. En vacunas, el consenso internacional es claro:
Previenen enfermedades graves.
Salvan millones de vidas al año.
Sus beneficios superan ampliamente los riesgos conocidos.
Por eso, como pediatra, mi consejo es:
Escucha a quien te hable con datos, transparencia y sentido crítico… y que sepa decir también “no lo sabemos todavía” cuando sea necesario.
💡 La idea es que no dependas solo de mi palabra
Quiero que cuando te llegue un “informe” así, tengas un mapa mental para analizarlo:
Distinguir fuente primaria de opinión.
Buscar el contexto completo.
Separar datos reales de interpretaciones.
Comprobar con organismos fiables.
Y recordar que la ciencia rara vez habla en blanco o negro.
🏁 Para cerrar
Las vacunas no son perfectas, pero su balance beneficio–riesgo es extraordinario. Han salvado millones de vidas y mantienen a raya enfermedades que antes mataban o dejaban secuelas graves.
A Silvia le dije lo mismo que te digo a ti: Es normal tener dudas. La clave está en resolverlas con información fiable, no con miedo.
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