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Sí, los niños también tienen migrañas… y no, no es exageración 🧠💥

  • Foto del escritor: JOSE ANGEL BILBAO SUSTACHA
    JOSE ANGEL BILBAO SUSTACHA
  • 8 ago
  • 4 Min. de lectura

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Si tu hijo llega del cole, se mete en su cuarto a oscuras y te dice que no quiere ni cenar… no siempre es drama adolescente prematuro: puede ser una migraña. Sí, esas jaquecas que tumban a los adultos también pueden afectar a los más pequeños, incluso en etapa preescolar.

¿Qué es una migraña?

Piensa en un tambor tocando dentro de la cabeza, con un foco de luz directo a los ojos y un estómago que protesta como si fuera lunes por la mañana. Así, más o menos, se siente.

Síntomas más comunes:

  • Dolor fuerte y pulsátil (a un lado o en toda la cabeza).

  • Molestia ante la luz, ruidos u olores.

  • Náuseas o vómitos.

  • Cambios en la visión: luces, manchas o destellos (aura).

  • Cansancio extremo y cambios de humor antes o después del dolor.

📌 En niños, suelen durar de 1 a 4 horas (a veces más cortas que en adultos).


Migrañas según la edad de presentación

  • Prescolar (menores de 7 años): entre el 2 % y 3 % ya han sufrido alguna migraña 

  • Niños de 5 a 10 años: prevalencia entre 5 % y 10 % 

  • Adolescentes (11‑18 años): hasta un 15 % puede tener migrañas, especialmente en chicas post-pubertad donde la proporción aumenta 

  • A nivel global, aproximadamente el 11 % de la población pediátrica tiene migraña, siendo 8 % sin aura y 3 % con aura 


¿Por qué le pasa a mi hijo?

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Las causas no siempre son claras, pero hay “sospechosos habituales”:

  • Genética: entre el 60 % y 70 % tienen antecedentes familiares 

  • Estrés o ansiedad escolar.

  • Hormonas, especialmente en adolescentes.

  • Alimentos desencadenantes: hasta un 38 % de los niños con migraña reportan dieta como factor (chocolate 17 %, queso 16 %, cítricos 5 %) 

  • Ultraprocesados: estos snacks, refrescos, golosinas y embutidos pueden aumentar la inflamación cerebral y actuar como disparadores 

  • Falta de agua o sueño.

Vista y migraña: la mala visión no causa migrañas, pero el esfuerzo visual prolongado (leer mal iluminado, pantallas, no usar gafas) puede desencadenarlas en niños predispuestos.


💡 Ojo con la vista: la mala visión no causa migrañas, pero puede provocar dolor de cabeza por forzar la vista. En niños predispuestos, ese esfuerzo (leer con poca luz, pantallas sin descanso, no usar gafas) puede ser el “empujón” que desencadene una crisis.

El aura: ese aviso extraño

Algunos niños, antes del dolor, notan cosas raras como:

  • Lucecitas o manchas que se mueven.

  • Hormigueo en manos o cara.

  • Dificultad para decir palabras.

Esto se llama aura y suele durar minutos. No todos los niños lo tienen, pero si pasa, cuéntaselo siempre al pediatra.

¿Es migraña o excusa para no hacer la tarea?

Antes de pensar mal, mejor revisarlo con el pediatra. 🩺Él hará una exploración y, si es necesario, pedirá estudios para descartar otras causas.Un truco: llevar un diario de migrañas para anotar cuándo, cómo y con qué empezó el dolor. Ayuda mucho a detectar patrones.

Cómo ayudarle

No hay varita mágica, pero sí formas de reducir la frecuencia e intensidad:

  • Respetar horarios de sueño y comidas.

  • Identificar y evitar desencadenantes.

  • Técnicas de relajación o mindfulness 🧘‍♀️.

  • Medicación solo si el pediatra la prescribe.

Señales de alarma: acude al médico si…

  • El dolor lo despierta por la noche (no es habitual en migrañas y requiere revisión).

  • Es fuerte al levantarse por la mañana.

  • Afecta su vida diaria con frecuencia.

  • Aparecen visión borrosa o doble que no se pasa rápido.

  • El dolor viene con confusión, problemas para hablar o caminar.

  • Hay fiebre alta, rigidez de cuello o vómitos persistentes.


Tratamiento de la migraña en niños: qué funciona y qué no

En migrañas infantiles, el objetivo no es “curar” de golpe (porque no existe un tratamiento definitivo), sino reducir la frecuencia, la intensidad y el impacto en la vida diaria.

1. Medidas generales (la base del tratamiento)

Estas son la primera línea y, en muchos casos, lo más efectivo:

  • Rutina de sueño y comidas: irse a dormir y levantarse a la misma hora todos los días.

  • Hidratación adecuada: al menos 1–1,5 L/día según edad y peso.

  • Alimentación equilibrada, limitando ultraprocesados y detectando alimentos desencadenantes.

  • Actividad física moderada y regular (30–60 min/día).

  • Técnicas de relajación: respiración profunda, mindfulness, yoga infantil.

  • Descansos visuales: aplicar la regla 20-20-20 (cada 20 min, mirar 20 segundos a más de 6 metros).

2. Tratamiento de las crisis (cuando ya empezó la migraña)

Medicamentos de uso habitual en niños (siempre prescritos por un médico):

  • Paracetamol (15 mg/kg) o ibuprofeno (7–10 mg/kg) al inicio del dolor.

  • Tomar lo antes posible cuando empiezan los síntomas mejora la eficacia.

  • Evitar el uso de analgésicos más de 2–3 veces por semana para prevenir la cefalea por sobreuso de medicación.

💡 Triptanes: algunos (como sumatriptán nasal o rizatriptán oral) tienen uso aprobado en adolescentes y han mostrado eficacia. Solo se usan bajo indicación especializada.

3. Tratamiento preventivo (cuando las migrañas son muy frecuentes o graves)

Se considera cuando hay más de 4 crisis al mes o estas afectan seriamente a la escuela y actividades.

Opciones con respaldo científico:

  • Suplementos: magnesio, riboflavina (vitamina B2), coenzima Q10 (algunos estudios muestran reducción de crisis).

  • Medicamentos preventivos: propranolol, topiramato, amitriptilina (uso siempre bajo control especializado).

  • Terapias no farmacológicas: terapia cognitivo-conductual, biofeedback, acupuntura (como complemento).

  • Nuevos tratamientos biológicos: anticuerpos anti-CGRP como fremanezumab (aprobado en algunos países para adolescentes desde 12 años; datos positivos en 2024).

4. Lo que NO se recomienda

  • Automedicar al niño con fármacos de adultos.

  • Usar analgésicos de forma diaria.

  • Quitar todos los alimentos “por si acaso” sin supervisión: el riesgo de déficit nutricional es real.

Mensaje final: Las migrañas pueden ser duras para los niños (y para la familia), pero con diagnóstico y manejo adecuado, se pueden controlar. Y recuerda: no estás solo en esto. Si tienes dudas, tu pediatra está para ayudarte.

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