Papaya, quinoa y tofu en la trona: la revolución de la alimentación infantil
- JOSE ANGEL BILBAO SUSTACHA
- 22 ago
- 7 Min. de lectura

Cuando pensamos en la primera comida de un bebé, casi siempre aparece la misma imagen: un puré de calabacín, patata y zanahoria, servido con una cuchara diminuta y acompañado de caras graciosas para animar al pequeño a abrir la boca. Es un clásico, sí. Pero la alimentación complementaria —ya sea con purés o con Baby-Led Weaning (BLW)— no tiene por qué ser tan limitada ni tan repetitiva.
La verdad es que la infancia temprana es una ventana de oportunidad única:
Es el momento en que el bebé aprende a aceptar sabores y texturas que marcarán su relación con la comida para toda la vida.
Es cuando su organismo necesita nutrientes específicos (hierro, zinc, ácidos grasos, proteínas) para crecer y desarrollarse.
Y es la etapa en la que diversidad y seguridad pueden convivir sin problema si sabemos cómo hacerlo.
Por eso, cada vez más pediatras y nutricionistas animamos a mirar más allá del menú tradicional europeo. No se trata de hacer experimentos arriesgados ni de seguir modas, sino de aprovechar la riqueza de alimentos que nos ofrecen otras culturas: frutas tropicales, legumbres variadas, nuevos cereales, proteínas vegetales como el tofu o semillas que aportan grasas saludables.
El BLW, en especial, abre la puerta a que los bebés exploren por sí mismos estos alimentos, respetando sus tiempos y fomentando la autonomía. Y cuando combinamos esa filosofía con una dieta equilibrada y culturalmente diversa, el resultado no es solo un niño bien nutrido, sino también un niño curioso, con un paladar abierto y menos miedos a probar cosas nuevas.
Al fin y al cabo, ampliar la dieta en la infancia es sembrar futuro: futuro de salud, de hábitos y de disfrute en torno a la mesa.
Pero, ¿y si miramos más allá? ¿Y si ampliamos la mirada hacia otras culturas donde los bebés comen mango, papaya o lentejas desde los primeros meses de alimentación complementaria?
La buena noticia es que podemos hacerlo. El modelo europeo nos da la base de seguridad (vacunas, controles de crecimiento, recomendaciones de edad). Y lo que podemos “importar” de países emergentes es la diversidad, los sabores y los nutrientes que a veces dejamos en segundo plano.
La infancia es un momento único para explorar sabores nuevos, y la alimentación complementaria no tiene por qué limitarse a lo que siempre hemos hecho. Podemos mantener la seguridad del modelo europeo y, al mismo tiempo, enriquecer el menú con lo mejor que nos enseñan otras culturas.
🌍 Lo que nos enseñan otras culturas

En Latinoamérica, los bebés prueban pronto plátano, papaya, yuca o lentejas.
En Asia, el primer alimento no es la manzana rallada, sino el arroz, el tofu o el pescado blanco.
En África, cereales como el mijo o el sorgo son la base desde los 6 meses.
En los países nórdicos, el pescado azul bajo en mercurio es protagonista desde muy temprano.
Mientras tanto, en muchos hogares europeos seguimos anclados en los mismos tres sabores y texturas. Eso no es malo, pero sí puede ser limitante: menos nutrientes variados y, sobre todo, menos estímulos para el paladar del niño.
🍉 Frutas “modernas” que podemos introducir desde los 6 meses
La fruta no es solo manzana y plátano. El mundo nos regala un arcoíris de sabores seguros y nutritivos para bebés.
Papaya: blanda, fácil de digerir, rica en vitamina C y A. Ideal en puré o BLW.
Mango: dulce y aromático, aporta betacarotenos y vitamina C. Se puede ofrecer en tiras grandes que el bebé chupe y mastique.
Maracuyá (fruta de la pasión): antioxidante, refrescante. Siempre colada para retirar las semillas duras.
Pitaya (dragon fruit): fibra soluble, vitamina C, colores atractivos. Perfecta en trozos blandos sin piel.
Guayaba: la campeona de la vitamina C (mucho más que un cítrico). Se debe ofrecer sin semillas.
Granada: antioxidante. Mejor esperar al año porque los granos son riesgo de atragantamiento.
Aguacate: el “rey” de las grasas saludables. Textura cremosa, perfecto para untar o servir en tiras.
Coco tierno: desde el año, rallado o en leche de coco para recetas.
Lichi: fruta asiática rica en vitamina C y antioxidantes. Se ofrece sin hueso ni piel, en trozos pequeños.
Tamarindo: usado en Latinoamérica y Asia. Muy ácido, rico en fibra y minerales. Mejor en pequeñas cantidades y en puré, desde los 8–9 m.
Carambola (fruta estrella): atractiva y rica en vitamina C. Solo en bebés sanos, ya que en insuficiencia renal no está recomendada.
Chirimoya: típica en España y Latinoamérica. Muy energética, aporta potasio y fibra, con pulpa blanda fácil de digerir.
Kiwiberry (mini kiwi): menos ácido que el kiwi común, fuente de vitamina C y fibra. Se ofrece en mitades o triturado.
Physalis (uchuva, alquejenje): pequeña fruta andina, con antioxidantes y vitamina A. Puede darse pelada y partida.
Mangostán: fruta del sudeste asiático, dulce y rica en vitamina C. La pulpa blanca es segura, retirando la cáscara.
👉 Estas frutas no solo aportan nutrientes, también educan el paladar del bebé a sabores diferentes, reduciendo el riesgo de selectividad alimentaria más adelante.
🌾 Nuevos cereales y pseudocereales
En Europa solemos pensar en arroz y trigo, pero el mundo es mucho más rico:
Quinoa: pseudocereal andino, rico en proteínas de buena calidad, hierro y magnesio. Puede darse en papillas o mezclada con verduras.
Amaranto: muy usado en México, fuente de proteínas y calcio.
Mijo: base en África; aporta hierro y es naturalmente libre de gluten.
Avena: versátil y con fibra soluble, ayuda al tránsito intestinal.
Arroz integral: más nutritivo que el blanco, aunque debe cocerse muy bien.
Kale (col rizada): aunque no es cereal, lo incluyo porque es un “nuevo básico”. Rica en hierro vegetal, calcio y antioxidantes. Puede usarse en puré con patata o calabaza para suavizar su sabor.
Teff: cereal etíope, sin gluten, fuente de calcio y hierro. Ideal en papillas o gachas.
Fonio: usado en África occidental, sin gluten, muy digestivo. Puede cocerse como la quinoa.
Trigo sarraceno (alforfón): pseudocereal libre de gluten, rico en proteínas y magnesio.
Espelta: variante del trigo, con más fibra y minerales. Puede darse en panes o papillas integrales.
Cuscús integral: derivado del trigo, blando y fácil de masticar. Desde los 8 meses, bien hidratado.
Farro: cereal antiguo, pariente de la espelta, con buen perfil nutricional.
Sorgo: muy usado en África y Asia, aporta fibra y antioxidantes.
Avena sin gluten certificada: ideal en gachas, aporta fibra soluble y energía sostenida.
🍲 Proteínas vegetales emergentes
ofu
Base de la alimentación en Asia.
Textura blanda y segura desde los 6 meses.
Aporta proteínas vegetales de buena calidad y calcio (si está enriquecido).
Tempeh
Producto fermentado de la soja (Indonesia).
Más firme que el tofu, con alto contenido en proteínas y fibra.
Introducir mejor en el segundo año por su textura y sabor más intenso.
Seitán
“Carne de trigo”, muy rica en proteínas vegetales.
Solo a partir del año y con precaución en familias con riesgo de celiaquía/alergia al gluten.
Edamame (soja verde)
A partir de los 12 meses.
Fuente de proteínas y fibra.
Ofrecer sin piel y aplastado para evitar atragantamiento.
Hummus y purés de legumbres
Con garbanzo o lentejas rojas bien cocidas.
Fuente de hierro vegetal, proteínas y fibra.
Evitar añadir sal; usar especias suaves (comino, pimentón dulce).
Proteína de guisante
Cada vez más presente en productos infantiles.
Alta digestibilidad y buena alternativa para familias vegetarianas.
Semillas (chía, lino, cáñamo, sésamo)
Ricas en proteínas, calcio y omega-3 vegetal.
Usar siempre molidas o en pudin hidratado para evitar atragantamiento.
A partir de los 8–9 meses, como complemento.
Quorn (micoproteína)
Procedente de hongos (Reino Unido).
Rica en proteínas y fibra, pero poco estudiada en lactantes.
Mejor reservar para niños mayores y adolescentes.
👉 En culturas asiáticas y latinoamericanas, estos alimentos son habituales desde el inicio, y en Europa solemos tardar demasiado en incorporarlos.
🐟 El pescado como aliado temprano
En Japón, Noruega o Chile, el pescado forma parte de la dieta desde los primeros meses de AC. En cambio, en Europa central muchos padres lo retrasan “por miedo”.
Lo recomendable: introducir pescado blanco desde los 6 meses y pescado azul bajo en mercurio (sardina, caballa pequeña, salmón) en el primer año.
Beneficio: omega-3 para el desarrollo cerebral y proteínas de alta calidad.
🥣 Yogur natural: un alimento sencillo y potente
En India o Turquía, el yogur es un básico desde los 6–8 meses.
Rico en calcio y proteínas, fácil de digerir, sin azúcar añadido.
Puede ser un gran aliado en lugar de postres lácteos procesados.
✅ Consejos prácticos para ampliar el menú sin perder seguridad
Edad adecuada: entre los 4–6 meses si hay señales de preparación, ideal a los 6 meses.
Seguridad primero: nada de miel, nada de sal, nada de azúcar.
Alérgenos: introducir huevo, pescado, cacahuete y frutos secos en forma segura dentro del primer año, como ya recomiendan en EE. UU. y Reino Unido.
Texturas: variar desde el inicio: puré, trozos blandos, semisólidos. Eso previene aversión a sólidos.
Diversidad cultural: incorporar poco a poco frutas tropicales, cereales nuevos, proteínas vegetales.
Escucha al bebé: no todos aceptan todo al inicio. La repetición y la paciencia son claves.
✨ Reflexión final
El mundo es un buffet enorme y nutritivo. Encerrarnos en los tres sabores de siempre es como dejar que nuestro hijo viva en blanco y negro cuando hay un arcoíris entero disponible.
No se trata de darles “comida rara” por moda, sino de aprender de otras culturas y aprovechar lo mejor de cada una.
De Latinoamérica: la papaya, la quinoa, el amaranto.
De Asia: el tofu, el pescado temprano, el arroz como base segura.
De África: el mijo, fuente de hierro.
De Europa: la seguridad de un calendario claro y protocolos de control.
Si combinamos seguridad + diversidad, estaremos no solo alimentando a nuestros hijos, sino educando su paladar y su salud futura.
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