📚 De los libros a la vida real: lo que aprendí sobre crianza entre rosas, cuentos… y Bisila Bokoko
- JOSE ANGEL BILBAO SUSTACHA
- 24 abr
- 4 Min. de lectura

Ayer fue Sant Jordi, una de las fiestas que más me gusta: une tradición y cultura, flores y libros, calles vivas y corazones curiosos.
Entre las rosas y los paseos, cayeron varios libros —como el último de David Bueno:"El arte de ser humanos"— y también descubrí otros que me han dejado pensando, como "Seda", de Alessandro Baricco, y el inspirador mundo de Bisila Bokoko.
Y es que me gusta mirar la crianza desde otras miradas. Porque, como sabéis, llevo tiempo defendiendo que los modelos de crianza que promovemos desde la pediatría están demasiado encorsetados. No han evolucionado al ritmo natural de la sociedad. Y eso tiene consecuencias.
Durante años, la pediatría —como muchas otras áreas de la salud— ha promovido modelos de crianza muy estructurados, casi como si existiera un manual universal aplicable a todas las familias. Pero la realidad es otra. La crianza no puede entenderse como una línea recta ni como un check-list de objetivos cumplidos. Es un proceso profundamente humano, cargado de emociones, contextos, contradicciones y aprendizajes únicos. Como pediatra, he visto cómo las familias se sienten a veces juzgadas o inseguras por no encajar en ese modelo idealizado. Por eso defiendo una mirada más vivencial y flexible: aquella que pone el vínculo por delante del protocolo, que entiende que cada niño es un mundo y que cada madre o padre necesita poder construir su propia brújula. Porque criar no es seguir instrucciones, es atreverse a crear.
Descubrir a Bisila Bokoko ha sido como abrir una ventana: habla de liderazgo, diversidad, educación y transformación personal. Y todo eso, aunque parezca lejano, tiene mucho que ver con cómo criamos. Con cómo acompañamos a los hijos… y a nosotros mismos.
Siempre les digo a las familias en consulta:
"Si algo no ha salido bien, eres más sabio que antes. Ya conoces un camino que no funciona, y eso despierta tu creatividad para imaginar otros."
Lo que algunos llaman fracaso, yo lo llamo aprendizaje. Y eso vale igual para un conflicto personal que para un problema de matemáticas.
Todos somos diferentes. Y si somos diferentes, aprendemos diferente. Por eso la diversidad —ya sea cultural, colectiva o personal— es una fuente inagotable de aprendizaje.
Como sociedad, como padres y madres, tenemos mucho que aprender del mensaje de Bisila:
🌍 educar es empoderar,
🤝 liderar es acompañar,
❤️ y criar es también un acto de humanidad.
📖 Contar nuestra historia también educa

Durante mucho tiempo, en mi familia se decía que no tenía sentido hablar de las historias viejas. Que eran cosas del pasado. Que no llevaban a ninguna parte.
Hoy creo todo lo contrario. Las historias personales —las tuyas, las mías, las nuestras— tienen un poder enorme: inspiran, empoderan, sanan.
Son parte del aprendizaje. Y no hablo solo de cuentos de hadas. Hablo de lo real: de hablar de salud mental, de pérdidas, de cambios de rumbo, de lo que duele y de lo que enseña. De contar cómo es la crianza de verdad. Sin filtros. Con humanidad.
Porque cuando compartimos lo vivido, no solo nos liberamos: también abrimos caminos para los demás. Y eso también es conocimiento. Y el conocimiento importa.
Contar nuestras historias es, en el fondo, un acto de amor. Y de coraje.
👣 La familia como legado de conocimiento
En este contexto de historias que importan, la familia se convierte en un legado vivo de conocimiento.
No solo heredamos apellidos o recetas. Heredamos formas de amar, de resolver conflictos, de mirar la vida. Y eso también se puede transformar.
La historia familiar nos empuja a preguntarnos:
🌀 ¿Qué queremos conservar?
🔧 ¿Qué necesitamos resignificar?
🌱 ¿Qué vale la pena transformar?
Porque no todo lo que heredamos tiene que quedarse tal cual. La crianza consciente también es eso: elegir qué legado dejar. Desde el respeto, desde la gratitud, pero también desde la libertad de crear algo nuevo.
La memoria no es solo pasado. Es semilla de futuro.
Lo que aprendí este Sant Jordi es que las historias no son pasado. Son presente que educa.
Y futuro que se escribe con cada gesto.
🩺 ¿Y nosotros, los pediatras?
A veces me lo pregunto, y se lo pregunto también a mis colegas:¿Somos capaces de mirar más allá de los protocolos? ¿De acompañar desde el conocimiento, pero también desde la flexibilidad y la escucha? Porque la medicina, como la crianza, no es una receta cerrada. Claro que los protocolos son necesarios, nos dan seguridad y respaldo. Pero también pueden volverse una trampa si nos hacen olvidar que cada niño, cada familia y cada historia tiene su propio ritmo. No siempre se trata de decir lo correcto, sino de estar presentes. De saber cuándo hace falta una pauta, y cuándo simplemente hace falta decir: “te entiendo”. Eso también es pediatría. Eso también es ciencia con alma.
💬 Para terminar: gracias por pensar, por dudar, por criar con conciencia
La crianza no es una línea recta. Es un mapa que se dibuja mientras caminamos. Y si este espacio sirve para que, al menos por un momento, te pares a pensar en lo que realmente deseas transmitir como madre, como padre o como profesional… entonces todo tiene sentido. Gracias por estar aquí. Por pensar. Por cuestionar. Y, sobre todo: por criar con conciencia, aunque a veces duela, aunque no siempre sea fácil. Porque educar no es imponer, sino acompañar. Y eso —lo sé— transforma el mundo.
Gracias, Bisila Bokoko, por recordarnos que liderar también es criar. Gracias a todas las familias que, al compartir su historia, siembran humanidad.
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