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Cuando el aburrimiento educa: la clave para una infancia sin sobreestimulación

  • Foto del escritor: JOSE ANGEL BILBAO SUSTACHA
    JOSE ANGEL BILBAO SUSTACHA
  • 17 mar
  • 3 Min. de lectura
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¿Te has dado cuenta de cómo, sin querer, nos estamos convirtiendo en organizadores profesionales de la vida de nuestros hijos? Entre clases de fútbol, música, baile y natación, sus agendas parecen las de un ejecutivo, y todo esto porque intentamos equilibrar nuestra vida laboral con su tiempo libre. Pero... ¿y si nos detenemos un momento y pensamos?

Queremos lo mejor para ellos, eso está claro, pero este ritmo de actividades constantes no siempre les permite ser niños, explorar a su manera o simplemente, aburrirse. Sí, aburrirse, esa palabra que tanto tememos.

La sobrecarga y la desconexión

Hoy en día, los niños están constantemente ocupados o conectados. Si no están en clase, están en actividades extracurriculares, y cuando por fin llegan a casa, están atrapados entre pantallas: el móvil en una mano, la tablet en la otra y la tele de fondo. ¿Te suena esta escena? Es como si hubiéramos olvidado lo que significa desconectar y tener tiempo para compartir en familia sin interrupciones.

Pero aquí está la cuestión: necesitamos que ellos aprendan a crear su propio entretenimiento y descubrir qué los hace realmente felices. El aburrimiento, lejos de ser algo negativo, es un catalizador para la imaginación y la autonomía.

El aburrimiento: el semillero de la creatividad

Cuando un niño se aburre, algo mágico sucede: su mente empieza a buscar soluciones. Tal vez inventa un juego, crea un dibujo o explora algo nuevo en casa. Este proceso no solo fortalece su creatividad, sino que también les enseña una habilidad esencial: enfrentarse a la frustración y encontrar respuestas por sí mismos.

Por ejemplo, ¿recuerdas cómo jugabas en el parque, explorabas las esquinas de tu barrio o simplemente mirabas las nubes? Era en esos momentos aparentemente “vacíos” donde surgían ideas, proyectos y, sobre todo, recuerdos imborrables.

Ejemplos prácticos para fomentar el aburrimiento constructivo


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Si te preguntas cómo ayudar a tus hijos a experimentar este tipo de aburrimiento constructivo, aquí tienes algunas ideas prácticas:

  • Tiempo sin pantallas.

    • Cómo hacerlo: Establece momentos del día donde no haya acceso a móviles, tablets ni televisión. Simplemente tiempo libre.

    • Resultado esperado: Al principio puede que se quejen, pero luego comenzarán a buscar actividades como leer, construir con juguetes o inventar historias.

  • Acceso a materiales creativos.

    • Cómo hacerlo: Deja a su alcance hojas, lápices, plastilina, cajas vacías o tijeras, sin instrucciones.

    • Resultado esperado: Crear maquetas, dibujos o convertir cajas en vehículos es solo el principio de lo que podrán imaginar.

  • Tiempo al aire libre

    • Cómo hacerlo: Llévalos al parque sin juguetes estructurados ni agenda.

    • Resultado esperado: Observarán insectos, recogerán hojas o simplemente explorarán con curiosidad.

  • Juegos en solitario o inventados.

    • Cómo hacerlo: Proponles inventar una "caza del tesoro" en casa o crear sus propios juegos con reglas únicas.

    • Resultado esperado: Refuerzan su autonomía y capacidad de autoentretenimiento.

  • Tiempo familiar sin actividades estructuradas

    • Cómo hacerlo: Reserva ratos en los fines de semana sin agenda definida.

    • Resultado esperado: Proponen ideas espontáneas como hablar, jugar cartas o compartir historias.

  • Espacios aburridos “a propósito”

    • Cómo hacerlo: Diseña momentos tras las comidas donde no haya planes.

    • Resultado esperado: Frente al "vacío", explorarán ideas nuevas o redescubrirán intereses.

  • Fomenta la lectura libre

    • Cómo hacerlo: Ten libros de distintas temáticas y déjalos elegir según sus gustos.

    • Resultado esperado: Desarrollan el hábito de la lectura y expanden su imaginación.

Un cambio en nuestra mentalidad como padres

Dejar que nuestros hijos se aburran no es descuidarlos. Es todo lo contrario: es darles la oportunidad de crecer, reflexionar y desarrollar habilidades que les servirán toda la vida. No siempre necesitan actividades programadas o estímulos externos para estar bien. Ellos también necesitan espacio, tiempo y el permiso para equivocarse.

Entonces, la próxima vez que tu peque venga y te diga: “Máma, papá, ¡me aburro!”, no te apresures a buscar una solución inmediata. En lugar de eso, respóndele con una sonrisa: “¡Qué bien, eso es fantástico! Seguro que se te ocurrirá algo genial por tu cuenta”.

¿Y quién sabe? Quizás de ese momento de aburrimiento nazca una idea brillante, un inventor en potencia, o simplemente, una tarde inolvidable donde aprenderá algo nuevo sobre sí mismo.

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